Una Experiencia Asturiana Completa: El Ambiente y la Tradición en Las Tablas del Campillín

Has viajado, has anticipado, has quizás explorado los encantos de Oviedo. Ahora, el momento ha llegado. Entrar en Las Tablas del Campillín no es solo cruzar la puerta de un restaurante; es acceder al templo de uno de los platos más icónicos y premiados de la gastronomía asturiana de calidad: el cachopo que ha conquistado 20 galardones y la devoción de miles, incluido el mismísimo David Broncano. La experiencia de degustarlo es, sin duda, el clímax de cualquier peregrinación culinaria a Asturias.


La Llegada: Inmersión en el Corazón de la Tradición

Desde el instante en que pones un pie en Las Tablas del Campillín, sientes la atmósfera. El ambiente suele ser animado, con el murmullo de conversaciones, el tintineo de vasos y, a menudo, el inconfundible aroma de la sidra escanciada y, por supuesto, la promesa del cachopo. A pesar de su fama, el restaurante mantiene un toque auténtico y tradicional, sin pretensiones excesivas, centrado en lo que realmente importa: la buena comida y el ambiente asturiano.

El personal, eficiente y acostumbrado al volumen de comensales, contribuye a la experiencia con su profesionalidad. Es habitual ver mesas repletas, algunas compartiendo el famoso cachopo, otras disfrutando de otros pilares de la gastronomía asturiana de calidad, como la fabada o los mariscos.

El Ritual: La Presentación del Cachopo Legendario

Cuando el camarero se acerca con el cachopo, la mesa se ilumina. No es solo un plato; es un espectáculo. Su tamaño, a menudo generoso, sorprende a primera vista. Dorado, crujiente y perfectamente empanado, el cachopo llega a la mesa humeante, prometiendo una sinfonía de sabores. La expectación es palpable: cámaras de móvil listas, sonrisas expectantes y el deseo colectivo de ese primer corte.

Es el momento de la verdad. Al cortar la primera porción, la imagen es tan gratificante como el aroma: el queso se funde y se estira en hebras tentadoras, revelando el tierno interior de la ternera y el jamón. La vista y el olfato preparan el paladar para lo que está a punto de suceder.

La Explosión de Sabor: Una Experiencia Sensorial Completa

Y entonces, el primer bocado. Es una explosión de sabor que justifica cada kilómetro recorrido y cada premio ganado.

  • La Crujiente Cubierta: El empanado es perfecto, delgado, adherente y con una textura crujiente que contrasta maravillosamente con el interior.
  • La Jugosidad de la Ternera: La carne de ternera asturiana es tierna y jugosa, cocinada a la perfección, sin resecarse.
  • El Queso Fundido: El queso, cremoso y con el punto justo de acidez y salinidad, se integra a la perfección con la carne y el jamón, creando una sinfonía de texturas y sabores.
  • El Toque del Jamón: El jamón, de calidad, aporta un punto salado y umami que eleva el conjunto.

Cada elemento del cachopo de Las Tablas del Campillín está en un equilibrio sublime. No es solo un plato grande; es un cachopo de calidad excepcional, donde el tamaño no compromete la excelencia del sabor y la elaboración. Se acompaña a menudo de patatas fritas caseras y pimientos del Padrón, complementos perfectos para redondear la experiencia.


Conclusión: Degustar el cachopo en Las Tablas del Campillín no es solo comer; es participar en un rito culinario. Es confirmar con cada bocado por qué este plato ha acumulado tantos premios y ha capturado el corazón de tantos, incluyendo figuras públicas. Es sumergirse en la esencia de la gastronomía asturiana de calidad, un momento cumbre que convierte la aventura hasta Oviedo en una memoria gastronómica inolvidable. Al final, no solo has comido un cachopo; has vivido una leyenda.

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